en silen Lun 14 Jul 2008 - 20:49
La falta de amor terrenal hace del alma una gélida roca,
que en su huída del dolor, se dirige hacia exóticos mundos vaporosos,
lejanos espejismos hechos de fino cartón que imitan el amor que falta,
siempre el amor,
y soliviantada por la perseverante íntima realidad que no admite atajos místicos, golpea con la centrífuga violencia helada del sufrimiento, con un torpe disimulo, a todo cuanto no se encuentre en el escenario de su balsámica quimera.
Sin pretenderlo, muestra su violento rostro y grita fuera! fuera! desde su alfombra voladora de seda,
que la carga, si no es deseada, no merece ser lastre que la baje hasta la tierra.
Si no incita deseo, no merece tal privilegio,
No puede haber amor si no puede haber deseo.
Gran paradoja.
El deseo (la tierra) es quien domina el espíritu,
Freud no era un iluminado.
Paradoja del provisional y ciego amor global y puro, provisional como un escenario, ciego como la justicia,
provisional amor espiritual a la espera de que aparezca el objeto del deseo para romper en mil pedazos todo el mágico atrezzo
y con pie firme sobre la madre tierra, admitir que todo fue un sueño para olvidar,
porque el amor de carne y hueso, el equitativo entre aportación y rédito, es el que en verdad consuela,
era el único amor, siempre fue ese y solo ese,
¿verdad alma?
respóndete solo a ti misma, así podrás hacerlo desnuda, entre bambalinas.
El amor, tal como se entiende desde lo política y espiritualmente correcto, no existe.
Solo existe si va unido al deseo o a algún otro tipo de "rédito". Pero no hay que dramatizar. Como dijo alguien... "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".