Amrit Atma Vie 19 Jun 2009 - 9:23
HISTORIA DE UN PEREGRINO
Nueva Delhi (EFE).- El cooperante catalán Vicente Ferrer falleció a la 1:15 de esta madrugada (hora peninsular en España) en su domicilio en Anantapur (India), a causa de un agravamiento de los problemas respiratorios y cardiacos que venía sufriendo en los últimos meses, según informó una portavoz de la Fundación Vicente Ferrer.
El cooperante, de 89 años, ingresó el 19 de marzo en el hospital de Anantapur por un accidente vascular cerebral y, tras ser trasladado a Vellore, fue dado de alta el 25 de abril para seguir la recuperación en su domicilio, donde sin embargo en los últimos días su estado de salud había empeorado. La Fundación Vicente Ferrer cuenta en España con más de 155.000 colaboradores.
Ferrer alumbró y lideró una organización homónima con fuerte carácter humanista que ha beneficiado a 2,5 millones de personas del distrito de Anantapur, una de las zonas más pobres, con más de cuatro millones de habitantes.
Nacido en Barcelona el 9 de abril de 1920, Ferrer pasó su infancia entre la ciudad condal y Gandia. En 1936 fue llamado a filas para luchar con el frente republicano. Al terminar la guerra comenzó los estudios de Derecho, que abandonó para unirse a la Compañía de Jesús con la ilusión de cumplir sus principios de ayudar a los demás. Pisó tierras indias por primera vez en 1952.
Pese a que su cometido era acabar su formación espiritual, decidió conocer las necesidades de la gente y puso en funcionamiento un singular sistema de trabajo: "El milagro de dar". Consistía en una pequeña ayuda económica y el asesoramiento técnico para obtener agua para los cultivos. Si al final cada campesino devolvía lo prestado (sin intereses), el milagro se iba extendiendo.
En Mumbai puso en funcionamiento diferentes procedimientos de organización entre pequeñas cooperativas para abastecer de agua a la comunidad y fomentar los cultivos, construir un hospital y escuelas para casi un millar de personas. Los dirigentes del país le miraban con recelo porque chocaba con sus intereses, y recibió una orden de expulsión en 1968, dándole 30 días para abandonar el país.
Esta decisión generó diferentes movimientos sociales y políticos que desembocaron en el anuncio de Indira Gandhi, primera ministra del país, de que el padre Ferrer podría volver en un corto espacio de tiempo después de su expulsión. A su regreso, junto a seis voluntarios, decidió instalarse en una de las regiones más pobres y áridas del país: Anantapur, donde la escasez de agua, la desertización y la falta de educación eran alarmantes.
En marzo de 1970 dejó de pertenecer a la Compañía de Jesús, y ese mismo año contrajo matrimonio con Anne Perry, una periodista inglesa fiel seguidora del misionero desde el conflicto de su expulsión. Durante esa década, persistió el asedio de los políticos, esta vez de las autoridades de la región, que llegaron incluso a querer encarcelarlo. Ferrer denunció el abuso de poder del que estaba siendo objeto y consiguió un fallo favorable que creó jurisprudencia.
En 1996 creó la Fundación Vicente Ferrer para asegurar la continuidad económica del proyecto, que hoy cuenta con más de 155.000 colaboradores en España. Su campo de actuación en Anantapur se mueve en los ámbitos de sanidad, vivienda, educación, personas con discapacidad, mujer y ecología.
Tiene apadrinados a más de 135.000 niños y su programa de la mujer ha beneficiado a casi diez mil personas. Durante su larga vida, Vicente Ferrer recibió diferentes reconocimientos a su trabajo, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia (1998), la Creu de Sant Jordi de la Generaliat de Catalunya (2000) o la Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España (2002). Hoy figura entre los finalistas al premio Català de l'Any.